lunes, 18 de enero de 2016

BIBLIOTECAS



Hay una imagen de mi infancia que persiste: una torre de cuentitos. No

sé por qué, pero así los guardábamos, y cuando la torre era de mi

tamaño, hacíamos otra. Supongo que no habría lugar en mi casa para

guardar mis cuentitos, o yo no tendría una biblioteca. O quizá mi madre

los ponía de ese modo para que los tuviera más a mano.

Me veo a mí misma con cuatro años explorando esa torre-biblioteca,

sacando, poniendo y volviendo a sacar. Sin saber leer, ya sabiendo

de memoria, aprendiendo las letras, muriéndome por saber.

Más tarde el modular, ese mueble con varias funciones, entre otras:

biblioteca. Un sector que ,de entrada, ya era chico.