tranquila,
pero por la noche, cuando me tumbo en la cama e intento dormir,
él
se despierta y empieza a merodear como un gato furioso, me araña el
pecho,
me crispa la mandíbula, me golpea las sienes. Para calmarlo, a veces
abro
la boca y finjo gritar en silencio, pero no logro engañarlo, sigue
ahí,
enloquecido,
intentando romperme. El amanecer, los niños, el pudor, los
quehaceres
cotidianos lo enmudecen y amansan durante unas horas, pero
luego,
al caer la noche y quedarme sola, llega puntualmente a nuestra cita.
Cierro los ojos con fuerza. Los abro. Aquí está de nuevo.”
Cierro los ojos con fuerza. Los abro. Aquí está de nuevo.”
Milena Busquets Tusquets
“La primera corona que perdemos, y tal vez la única imposible de recuperar,
es
la de la juventud, la de la infancia no cuenta porque de niños no
somos
conscientes
del increíble botín de energía, fuerza, belleza, libertad y candor
que
al cabo de unos años será nuestro, y que los más suertudos
dilapidaremos
sin
medida.”
Estos
párrafos pertenecen al libro También esto pasará de Milena
Busquets
Tusquets
(Anagrama 2015).
Descubrí
el libro por una crítica en la revista Ñ, y lo compré, básicamente
por
dos
motivos: me gustó muchísimo el título y me dio intriga de conocer
a la
hija
de la famosa editora Esther Tusquets.
El
título, además de llevar consigo un poder tranquilizante, ya va a
pasar, les
decimos
a los niños cuando llorar por algo; también contiene esa voz del
destino,
aquello que indefectiblemente sucederá, nos guste o no.
El
nudo temático de esta novela gira alrededor de una mujer que ha
perdido
hace
poco a su madre y queda con el mundo dado vueltas, podríamos decir,
devastada,
sin encontrar sentido a su vida.
“Tengo
sensación de final y quiero empezar a ir ligera de equipaje. A mi
edad,
uno se lo puede permitir todo”. Decía en el 2010 Esther Tusquets,
que
padecía
Parkinson y finalmente murió a los 75 años, en julio de 2012.
Blanquita
es la protagonista de la novela, la huérfana que toma el lugar de
Milena,
quien intenta describir la peripecia del duelo, la locura de vivir
con el
piso
fuera de lugar, la tristeza visceral que sólo la calma por pequeños
momentos
el sexo.
Cuando
comencé a leer el libro tuve el prejuicio de pensar que se trataba
de
una
mujer malcriada y con plata, que nunca había conocido el verdadero
sufrimiento
y que no podía soportar la muerte de su madre. A medida que
seguí
leyendo, dejándome llevar por su excelente prosa, y metiéndome en
la
historia,
comprobé que Milena es muy buena escritora, que es evidente que la
muerte
de su madre fue un hecho muy doloroso y que atravesar su duelo le
debe
haber costado muchísimo. Pero también le permitió escribir esta
novela
que
tiene belleza, humor, profundidad y la valentía de contar, con otro
nombre,
lo más luminoso y lo más oscuro del nombre propio.
Estos
dos párrafos me parecieron, además de bellos y muy bien escritos,
de
una
lucidez que permite empatizar muy rápido con su sentido.
Ayer,
caminando por Avda. de Mayo, entré en una librería en busca de algo
lindo
y barato. Los carteles de 1 por 60$ y 2 por 100$ me atrajeron
enseguida.
Tengo
la costumbre de mirar lo que hay encima de la mesa, pero muy
especialmente
me fijo en lo que hay debajo (¡hallazgos!), y allí encontré un
atractivo
volumen de Esther Tusquets llamado Pequeños delitos abominables.
Lo
estoy leyendo, trata de cuestiones muy cotidianas, de la miseria con
la que
todos
cargamos y de esas pequeñeces que nos hacen a veces grandes
monstruos.
Me
pareció una agradable coincidencia literaria habiendo leído a
Milena
encontrármela
a Ester, de quien es lo primero que leo y no será lo último.
Patricia
Saccomano
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